Me aburre jugar con mi hijo/a y me siento mala madre/padre
¡Pero no lo sos!


Me aburre jugar con mi hijo/a y me siento mala madre/padre... ¡pero no lo sos!
Somos muchos los que sentimos esto y no está mal. No significa que no ames a tu hijo ni que seas un mal padre o madre, simplemente no todos los adultos disfrutan del juego infantil, y eso es completamente normal.
No todos los adultos disfrutan jugar, y está bien
No todas las mamás y papás disfrutan sentarse en el piso a jugar con muñecos, construir con bloques o correr por la casa fingiendo ser superhéroes. Y eso es completamente normal. Ser un buen padre no significa tener que transformarse en niño otra vez, sino asegurarse de que nuestro hijo tenga el espacio para jugar y desarrollarse.
El juego es necesario, pero no siempre tenés que estar presente
Jugar es clave para la estructuración psíquica y el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. A través del juego, aprenden a resolver problemas, a socializar, a manejar emociones y a desarrollar su creatividad. Pero eso no quiere decir que tengas que ser su compañero de juegos todo el tiempo. Lo importante es que tengan la posibilidad de jugar, ya sea solos, con amigos, con hermanos o con una niñera que los acompañe en ese proceso.
La niñera: Un puente hacia el juego y el aprendizaje
Si no te sentís cómoda jugando o simplemente no podés dedicarle tanto tiempo a esa actividad, una niñera puede ser una gran aliada. No solo cuida a tu peque, sino que también le brinda un espacio seguro donde el juego es el protagonista. Su rol no es reemplazar a mamá o papá, sino acompañar y estimular el juego de una manera natural.
Propiciar el juego también es criar con amor
No hace falta que te sientes a jugar si no lo disfrutás, pero podés propiciar el juego de otras maneras:
Dejando a tu hijo tiempo libre sin pantallas para que explore su imaginación.
Proporcionando materiales de juego adecuados para su edad.
Facilitando interacciones con otros niños o con su niñera.
Acompañando desde el lado emocional, mostrando interés por lo que hace y validando su creatividad.
Organizando juntadas con amigos para que juegue con otros chicos.
Llevándolo al jardín, a la plaza o a espacios de juego adaptados a su edad.
Creando un cuarto o rincón de juegos en casa donde tenga juguetes accesibles.
Conclusión: No hace falta que juegues, pero sí que permitas que el juego suceda.
Si alguna vez te sentiste culpable por no disfrutar de los juegos infantiles, recordá esto: tu rol como mamá o papá no es convertirte en su compañero de juegos, sino garantizar que tenga el espacio, el tiempo y los recursos para jugar. Ya sea con una niñera, con otros niños o en su propio mundo imaginario, lo importante es que el juego esté presente en su infancia. 💛